Las calderas ocupan un lugar destacado en el ámbito de los sistemas de calefacción y producción de agua caliente. Sin embargo, hay tantos tipos que muchas veces cuesta saber qué calderas son las más eficientes. ¡Aclaremos tus dudas!
¿Qué tipos de calderas existen?
Podemos clasificar los tipos de calderas atendiendo a varios criterios:
En función del combustible que utilizan
Calderas eléctricas
Estas calderas cuentan con un termostato programable que permite regular la temperatura. Su fuente de energía es la electricidad, gracias a la cual generan el calor para abastecer a los sistemas de calefacción y a los grifos de la vivienda.
Como funcionan mediante la red eléctrica, no requieren gas ni ningún otro combustible para funcionar. En este sentido, son muy seguras, puesto que no existe riesgo de fugas. Además, tampoco existe riesgo de mala evacuación de humos, razón por la cual las calderas eléctricas se consideran sistemas de calefacción limpios.
Sin embargo, no todo son ventajas. Las calderas eléctricas requieren de una elevada potencia eléctrica para cubrir un funcionamiento sin cortes. Dicha potencia repercute en la factura eléctrica y, en consecuencia, en el consumo del hogar.
Calderas de gas
A pesar de que las calderas de gas perdieron popularidad tiempo atrás, han regresado con fuerza con nuevos avances. En la actualidad, son las más comunes en las viviendas, principalmente, las calderas de gas de condensación. ¿El motivo? Son las más eficientes y seguras.
Hay diferentes calderas de gas en función del tipo de gas que utilizan:
- Gas natural: es el más económico y eficiente. Para instalarlo, es necesario contar con la ayuda de un profesional.
- Propano: es idóneo para las calderas instaladas en zonas frías, ya que resiste muy bien las bajas temperaturas.
- Butano: es el más recomendable para zonas cálidas, ya que se puede solidificar cuando la temperatura es baja.
Calderas de biomasa
Este tipo de calderas funcionan a base de combustibles vegetales como pellets, leña, residuos forestales o cáscaras de frutos secos, entre otros. Por esa razón, se trata de una opción eficiente y ecológica.
Además de ser una alternativa respetuosa con el medio ambiente, las calderas de biomasa no requieren un gran mantenimiento y son una fuente inagotable de energía eléctrica y térmica. Entre sus inconvenientes, podemos destacar dos: su rendimiento es menor que el de otras calderas y su instalación es más costosa.
Calderas de gasoil
Estas calderas utilizan gasoil, un combustible fósil derivado del petróleo, por lo que su instalación se recomienda en zonas frías donde no están disponibles los sistemas de distribución de gas natura.
La parte positiva de estas calderas reside en la rapidez con la que caliente las estancias, así como en su mantenimiento sencillo. Pero también tienen un lado negativo: además de ser una de las alternativas más contaminantes, requieren de más espacio para almacenar el combustible.
En función de su ubicación
Según el criterio de ubicación, distinguimos entre calderas de pie, que se apoyan sobre el suelo, y calderas murales, las cuales se cuelgan en la pared.
En función del uso
En función del uso, encontramos dos tipos de calderas: calderas para calefacción, que se utilizan para abastecer un circuito de calefacción, y calderas mixtas, que se utilizan también para obtener agua caliente. Estas últimas se clasifican en dos grupos:
- Calderas con microacumulación: en su interior incorporan un pequeño volumen de agua caliente. De esta manera, no tenemos que esperar a que el agua de todo el circuito se caliente cuando abrimos el grifo. Este tipo de calderas suministran agua caliente de forma rápida y eficiente.
- Calderas con acumulación: llevan integrado un depósito de agua caliente con una capacidad de 40 a 60 litros. Son perfectas para viviendas con diferentes puntos de consumo, ya que permite disponer de agua caliente de forma simultánea.
¿Qué calderas son las más eficientes?
¿Qué calderas son las más eficientes de todos los tipos mencionados? Las calderas de condensación a gas. Con ellas, puedes ahorrar hasta un 30 % de energía en comparación con las calderas convencionales. Asimismo, ayudan a reducir las emisiones de óxido de nitrógeno y dióxido de carbono en un 70 %.
Uno de los motivos por los cuales las calderas de condensación son tan eficientes es el aprovechamiento de los humos de la combustión. Este tipo de calderas también obtienen el calor al quemar combustible en la caldera, pero, además, utilizan el calor del humo de la combustión. La combinación de las dos fuentes de energía se traduce en una mayor cantidad de calor para calentar el agua que abastece a los grifos y a la calefacción. Como consecuencia, no se necesita quemar tanto combustible como en una caldera convencional para obtener el mismo calor.
Además, las calderas de condensación ofrecen un rendimiento superior al de las calderas tradicionales, incluso trabajando a alta temperatura (80 ºC). Y, cuando trabajan a bajas temperaturas, por debajo de 50 ºC, su rendimiento aumenta todavía más, pudiendo llegar al 109 % sobre el PCI del combustible.
Debido a su elevado rendimiento energético, a la reducción del consumo energético y a la baja contaminación medioambiental, estas calderas son las más limpias y eficientes.
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