El mundo de la climatización y la calefacción ha evolucionado de forma notable en las últimas décadas. Actualmente, los aspectos más valorados en un sistema de calefacción son la eficiencia energética y la sostenibilidad. En este sentido, una de las innovaciones más destacadas son las calderas de condensación. Pero ¿qué son las calderas de condensación y por qué están ganando tanta popularidad? Descúbrelo en este post.
Qué son las calderas de condensación
La caldera de condensación es un tipo de caldera de gas de alto rendimiento que aprovecha el calor latente de condensación presente en los humos de la combustión, recuperando parte del calor que en calderas tradicionales se perdía. Según la directiva 92/42/CEE, una caldera de gas de condensación es “una caldera diseñada para poder condensar de forma permanente una parte importante de los vapores de agua contenidos en los gases de combustión”.
Este proceso de condensación permite aprovechar al máximo la energía del combustible utilizado, lo que se traduce en un mayor rendimiento y, por lo tanto, en un consumo energético menor.
¿Son obligatorias?
Las normativas están cada vez más enfocadas en reducir el impacto ambiental y las emisiones de gases de efecto invernadero. En este contexto, las calderas representan una solución ideal, ya que cumplen con las regulaciones más exigentes, como la normativa europea ErP.
La normativa europea ErP, aprobada en 2015, establece que las calderas de hasta 70kW deben tener rendimientos estacionales superiores al 86 %, lo que corresponde a una calificación energética B, como mínimo. Por lo tanto, las nuevas calderas que se comercializan y fabrican desde el 26 de septiembre de 2015 son calderas de condensación.
Ventajas de las calderas de condensación
Mayor rendimiento y eficiencia energética
Una caldera normal tiene un 90 % de rendimiento, mientras que una caldera de condensación alcanza un rendimiento de hasta un 110 %, ya que aprovecha mejor el calor de la combustión.
Además, su funcionamiento es modulante, lo que quiere decir que se adapta a la demanda de la vivienda. Por ejemplo, si la casa demanda energía al 50 %, la caldera funciona al 50 %.
Ahorro económico
La eficiencia se traduce en ahorro. La reducción del consumo de energía al utilizar humo de la combustión hace que disminuya el gasto en combustible, ya sea gas o gasóleo, entre un 15 y un 30 %.
Asimismo, estas calderas garantizan un ahorro energético en torno al 25-30 % en comparación con las calderas tradicionales. Esto implica un ahorro económico considerable y una amortización media de la inversión inicial de 1 o 2 años para una vida útil media de 10 años.
Reducción de emisiones
Al consumir menos combustible y aprovechar mejor el calor, se emite una menor cantidad de gases contaminantes al ambiente, llegando a reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y óxidos de nitrógeno (NOx) hasta un 70 %. Este factor convierte a las calderas de condensación en los sistemas de calefacción más respetuosos con el medio ambiente, por detrás únicamente de sistemas de energía renovable, como la aerotermia o la geotermia.
Mayor confort
Las calderas de condensación suelen ser más silenciosas que las calderas tradicionales, por lo que ocasionan menos molestias y ayudan a crear un ambiente más tranquilo.
Las calderas de condensación no solo representan una solución eficiente y económica para la calefacción y el agua caliente sanitaria, sino que también son una opción sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
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